
Años 60
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Orígenes
Los Yetis: los monstruos que encendieron el fuego eterno del rock colombiano

Juancho López, Luis Fernando Garcés y Juan Nicolás Estela recuerdan en Nación Rebelde RTVC la historia de Los Yetis, una de las bandas que puso los cimientos del rock en Colombia durante los años sesenta.
Por Álvaro Castellanos
En 1965 Colombia vivía tiempos agitados. Un Golpe de Estado fallido puso en suspenso la continuidad de Guillermo León Valencia como presidente de la República después de cumplidos tres cuartos de su período. Fue un año en que las guerrillas tuvieron un impulso especial con la aparición del Frente Unido del Pueblo, un movimiento que, aunque perecedero, destacaría al sacerdote Camilo Torres, quien poco tiempo después se uniría al ELN para encabezar una resistencia armada al Frente Nacional: pacto político firmado en 1958 entre liberales y conservadores para alternarse el poder. En ese contexto, Javier Amado Suárez ganó la edición #15 de La Vuelta a Colombia en bicicleta, Edna Margarita Rudd fue elegida Reina Nacional de la Belleza y Deportivo Cali salió campeón por primera vez del fútbol colombiano. Bajo este sacudón de transformaciones sociopolíticas y sucesos de interés nacional, la apertura cultural y de pensamiento que vivía la juventud en Medellín estaría a punto de propiciar el surgimiento de Los Yetis, considerada la primera gran banda de rock del país.
A la par de otras agrupaciones como Los Flippers y Los Speakers, Los Yetis heredaron el sonido norteamericano de un género que tomaba forma gracias a los híbridos del jazz, el soul, el gospel y otras tendencias musicales. El rock era en ese entonces un movimiento relativamente joven, con la figura de Elvis Presley como su máximo referente.
«Con la goma de Elvis, se me presentó una oportunidad en un show que había para recoger fondos de beneficencia. Se llamaba el Circo Tangarife Hermanos. Ese era un circo que armaban en el club campestre, y yo dije que si podía presentarme en el circo», recuerda en Nación Rebelde RTVC Juancho López, fundador de Los Yetis, sobre el trampolín que lo llevó a la escena naciente del rocanrol, antes de la formación de la banda. «Entonces me inventé un Elvis y me puse Elvio Pérez y, como vivía en Envigado, era Elvio Pérez de Envigado», agrega, siempre con tono cómico.
«Yo conocí a Juan Nicolás porque conocía sus canciones. Y conocí a Juancho porque me caía más gordo con esa pinta de coca-colo norteamericano. ¡Qué pereza! Y de ojos azules, pa’ colmo de males. Una vez nos tocó venirnos en una buseta juntos y había una cucaracha al pie de él y casi se muere del susto», resalta Luis Fernando acerca de los primeros recuerdos que tiene de sus compañeros de banda, y como si algo en la lucidez satírica que compartía con Juancho López los hubiera puesto a coincidir.
La formación de Los Yetis se consumaría en ese turbulento 1965, con Juancho, Luis Fernando e Iván Darío López como miembros iniciales. Los venía de la tendencia anglo de anteponer el artículo The al nombre de las agrupaciones, sumándole una identificación pegajosa de impacto entretenido. Y Yetis, por su lado, invocaba al «Abominable hombre de las nieves»: un simio gigante y monstruoso, supuestamente visto en el Himalaya y del que jamás se pudo comprobar su existencia, pero que se convirtió en poderosa leyenda urbana y símbolo de la cultura pop de la época.
Con un repertorio pequeño de canciones, Los Yetis fueron un trío vocal lo suficientemente talentoso para que en cuestión de un año llamaran la atención de Discos Fuentes, una disquera pionera en Colombia, inaugurada en los años treinta y que reunía múltiples ritmos musicales en su catálogo. Así fue cómo en 1966, fueron invitados por Discos Fuentes a participar, junto con otros artistas, de la grabación de un álbum titulado ¡14 impactos juveniles! La buena impresión que generaron los llevaría a grabar su primer álbum de estudio, homónimo al nombre de la banda.
No obstante, sin ser todavía un grupo instrumental, Discos Fuentes hizo la gestión para que el trío de músicos fuera acompañado, primero por Los Ampex, una banda bogotana que también tuvo protagonismo en la fundación del rock en Colombia, y luego por músicos fijos, como el estadounidense Norman Smith, para terminar de definir un sonido rock con base rítmica consistente. Incluidos en un compilado que se llamó Colombia a go-go, la banda antioqueña trazó una curva ascendente en su popularidad y, gracias a las apariciones que tuvieron en televisión, conocieron ese accidente llamado fama.
«La vida cambia mucho cuando uno sale en TV. La gente lo reconoce a uno y viene un mundo tan diferente. Comienza uno a ver dinero después de las actuaciones. Y el sonido que logramos fue capaz de pelear con otros sonidos», menciona Luis Fernando Garcés, reconociendo cómo la popularidad los tomó por sorpresa, si bien admite que llegó subsidiada por su talento. Garcés recuerda el poderoso impacto que alcanzó la banda entre sus fans al relatar una presentación que tuvieron en una biblioteca de Itagüí.
«Cuando llegamos por la noche al evento, Dios mío, no nos imaginábamos que eso estaba totalmente lleno, afuera había gente, había un montón de jovencitos mostrando los discos de nosotros, que lo había comprado el abuelo, el tío, un primo, y cuando Juancho López entró a la biblioteca, le dio un babeado. Dios mío, blanqueó los ojos, se nos puso colorado colorado, y yo decía: se nos fue Juancho. Y ahí comienza un camino en que cada vez que nos presentábamos el gentío era impresionante».
Al igual que su compañero, Juancho López reafirma sorprendido la locura juvenil que generaban Los Yetis, como si hoy, después de casi sesenta años, todavía fuera difícil asimilarlo. «A nosotros nos llevaban a una oficina a firmar fotos, y recibíamos correspondencia, era una cosa increíble, parecíamos de mentiras, parecíamos una cosa increíble (…) Las llegadas a los aeropuertos, uno desde antes de bajarse del avión, estando ahí adentro, escuchaba la gritería de la gente y nos hacían callejón para pasar».
La dimensión artística de Los Yetis no se redujo a la sonoridad. El contexto de apertura intelectual que vivía la sociedad antioqueña marcó inquietudes en la banda, cuya música supo ser un vehículo para difundirlas. En la tercera edición del Festival de la Vanguardia de 1967, la agrupación evidenció su acercamiento a las ideas promulgadas por un movimiento conocido como Nadaísmo y cuyo precursor fue el antioqueño Gonzalo Arango.
El Nadaísmo era una especie de extensión del Nihilismo: una doctrina filosófica que apunta a que la vida carece de significado, ya que Dios ha muerto y por lo tanto no hay un destino de redención para nosotros, habitantes de un mundo indiferente con nuestro sufrimiento. De pretensiones anárquicas, el Nadaísmo planteó una resistencia artística al orden moral establecido por la Iglesia, las instituciones gubernamentales y la Academia. Tanto el Nihilismo como el Nadaísmo celebran la autodeterminación de las personas y su libertad de vivir como deseen, siempre y cuando no hagan daño a los demás.
Justamente del Nadaísmo se desprende uno de los mayores éxitos de Los Yetis: Llegaron los peluqueros, una idea ensayística de Gonzalo Arango convertida en canción, como parte del segundo LP de la banda, Los Yetis volumen 2, de 1967.
Mi patria se desangra
Mi capitán
Que bello el
Torrente rojo
Los poetas lanzan su manifiesto
¡Muera la poesía!
¡Viva el terror!
El nadaísmo
Es gentil armada de la revolución
Tengo dos violines
Para la turbación
Del orden público
Los estudiantes
Tiran piedra
Alumnos son de Cicerón
«Esta canción que se llama Llegaron los Peluqueros y se debe a que los policías cuando veían a un joven melenudo, que tuviera el pelo larguito, lo cogían y lo motilaban, y eso era un atropello muy grande y había que atacar eso de alguna manera. Nosotros lo hicimos por nuestros medios radiales, inclusive. Creamos conflicto entre dos cadenas por eso, pero al fin y al cabo nosotros éramos líderes, y Gonzalo cuenta en sus historias, en sus crónicas, que él se dejó crecer la melena y se vino para Medellín a andar por la calle a olerle el pelo a los policías a ver si se atrevían a meterse con el profeta», contextualiza Juancho López para explicar el origen de la canción y expresar la rebeldía de la banda a la sombra de las ideas de Gonzalo Arango para retar al statu-quo del momento.
«Él (Gonzalo Arango) quería sentir en carne propia el martirio. De que le cortaran el pelo. Pero parece que lo sapearon y les dijeron no se metan con ese tipo que es peligroso, así que no lo motilaron, pero sí se dio cuenta de cómo era la cosa. A Los Yetis tampoco nos motilaron. No pudieron ni en la casa, imagínate. Mi papá decía que “¿en qué momento tengo yo tantas hijas?” Grave la cosa», remata Juancho López con su cuota generosa de humor, al recordar el desenlace inconcluso de este laboratorio social.
El proceso creativo de Los Yetis de musicalizar rupturas de pensamiento ligadas al Nadaísmo seguiría su curso en 1968, con la aparición del sencillo Mi primer juguete, escrito por Elmo Valencia: poeta caleño y cofundador de este movimiento. La canción, de mensaje antibélico y con una perspectiva infantil, hace parte del disco Olvídate, tercer LP de Los Yetis en cuestión de tres años.
Mi primer mi primer juguete
Mi primer mi primer juguete
Mi primer mi primer juguete
Fue una bomba atómica a go-go
Era tan redondita
Que parecía un tomate
La bomba hizo boom
La bomba hizo bam
Como yo como yo era un niño
Como yo como yo era un niño
Como yo como yo era un niño
La dejé caer desde un avión
Hablando sobre la contribución de Elmo Valencia para componer Mi primer juguete, Juancho López deja ver su admiración hacia los ideólogos que guiaron su música y también le permite mirar por el retrovisor de la carrera de Los Yetis, la cual terminaría siendo breve, pero enormemente sustancial en términos de repercusión. «No pensábamos que íbamos a llegar a tanto. Yo quiero decir que todo esto que he contado no es una profesión para mí. Yo nunca he sido de profesión músico, absolutamente, no soy compositor, no sé qué es una corchea, no sé nada de eso. Yo soy un intérprete, una persona que me he gozado todo esto, y el rock para mí es una dicha, una gozadera, una felicidad. Todavía lo escucho porque eso va en la sangre de uno, eso es muy delicioso».
Ya sea porque la industria miró hacia otros ritmos o porque el rock estaba incomodando en exceso al orden establecido, a finales de los sesenta las casas disqueras colombianas dejaron de interesarse en las bandas de este género. Discos Fuentes no renovó su contrato con Los Yetis, bajo un argumento de ventas bajas, y esta decisión condujo a la separación del grupo. No obstante, el fuego de cambio artístico y social que Los Yetis ayudaron a encender no se apagaría más.
Con la llegada del nuevo milenio, Los Yetis se han reunido en distintos períodos para tocar en vivo y quitarle el polvo a la nostalgia. Juancho, Luis Fernando y Juan Nicolás Estela, miembros originales, han hecho parte de estos reencuentros, como el que se dio en agosto de 2003, cuando todavía guiados por el Nadaísmo, tocaron en Itagüí para conmemorar el emblemático Día Internacional de la Pereza.
Estela, la otra piedra angular de Los Yetis, se guarda muy poco al entregar un punto de vista crítico sobre el negocio de la música comercial en Colombia, después de medio siglo de la aparición de su banda. «Yo digo que la música hoy en día se fue derecho contra una pared y tienen que devolverse, porque si no devuelve esa pared no la pueden traspasar y eso le está pasando al reggaeton y a la música urbana. Muy respetable y todo lo que ustedes quieran, pero la verdad es que allí, tanto musical como creativamente, no hay nada se los digo yo como músico de tantos años de experiencia que ya tengo».
Sobre su aparición en la primera entrega de Nación Rebelde RTVC, Luis Fernando, Juan Nicolás y Juancho entregan pruebas de supervivencia y reviven recuerdos inoxidables con un ingenio único que el paso del tiempo no les quitó. También exteriorizan su sentimiento de gratitud muy especial al ver sus voces convertidas en testimonio vivo sobre el origen del rock colombiano.
«Nación Rebelde para mí es la locura, es la continuidad de un sueño que tengo desde hace 74 años, que ya los cumplí, y donde sigo sintiendo esa fuerza, esa alegría que tiene Nación con nosotros», destaca Luis Fernando.
«Nación Rebelde me parece importantísimo, porque hay que mostrarle a las nuevas generaciones lo que fuimos todos nosotros y lo que seguimos siendo, donde la música no ha muerto para nosotros», añade Juan Nicolás.
«Yo he sido una persona muy rebelde toda la vida y me cae de perlas todo. El rocanrol es absolutamente rebelde. Es eso. Es como la insignia de la rebeldía. De manera que una nación rebelde que no tenga rock no es nada. Yo escucho rock todos los días de mi vida y ya tengo bastantes», remata Juancho con la misma pasión, finura y vitalidad que mostraba en ese lejano 1965.


Entrevistas
En el primer episodio de Nación Rebelde RTVC hablan los integrantes de Los Yetis, Juancho López, Juan Nicolás Estela y Luis Fernando Garcés. También Arturo Astudillo, líder de Los Flippers, y especialistas como Manolo Bellon y Tania Moreno, de la banda Génesis.

Juan Nicolás Estela - Los Yetis (Mi primer juguete)

Juan Nicolás Estela - Los Yetis (Anécdota avión)

Juan Nicolás Estela - (Así nació el movimiento a go-go)

Luis Fernando Garcés - Los Yetis (El resurgimiento de Los Yetis)

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