Armando problema donde no lo hay

Una vez, para unos carnavales, vinieron dos muchachos en un bus; eran como las once/doce de la noche. Traían un teléfono que costaba como tres/cuatro millones –eso me enteré después—… Es que como yo casi no manejo esas marcas de teléfonos caros, pues, ni idea. Cuando íbamos en la 27 con Cordialidad el muchacho me pidió el favor que hiciéramos una recarga, que parara. Yo le hice el favor y me detuve. Ya cuando él se embarca como que metió el teléfono en el cojín, entre el espaldar y el asiento, y cuando se bajó dejó el teléfono.

Después de ese servicio se sentaron unos pasajeros que recogí en la 51B, en el Hotel Plaza Barranquilla. Ellos me dijeron que a La Soledad. Cuando se sentaron el teléfono del anterior muchacho empezó a vibrar.

—Señor, aquí dejaron un teléfono.

Y me lo devolvieron. En seguida un compañero me llama y me dice que me viniera para la estación porque un man estaba rebotado, que yo me había robado un celular. Yo escuchaba cuando el muchacho decía que cómo era posible que yo no escuchara el sonido de un teléfono. Mi compañero me dijo que estaban armados.

Yo colgué y el pasajero que había encontrado el celular me dijo que tranquilo, que él iba conmigo y le explicaba al man que el teléfono lo había encontrado él y no yo:

—Para que no piense que lo querías robar… Como él está pensando.

Cuando llegamos había cuatro camionetas. El man empezó a alegar, a acusarme, y el otro pasajero salió por detrás y le dijo que no, que él no se había robado nada, entonces el otro le dijo que no fuera sapo y sacó dos pistolas, pero se le cayeron… Se le cayeron ahí donde están las canecas. Los compañeros se metieron y le dijeron que ya le habían devuelto el teléfono, que qué problema iba a buscar. Y se fueron. 

Era como la una y media de la madrugada. 

Yo estoy seguro que si el teléfono se pierde el man me pega un tiro ahí porque ya estaba psicoseado. El mismo man me dijo que si le hubiera contestado me hubiera regalado cien mil pesos. No, pero el man estaba muy rebotado.

El man debe ser del mundo aquel.