“Llegar a casa y tener a alguien”

Ay, ¡yo a esa pareja la admiraba! ¿Ya entiendes? Yo en realidad no quería que esa pareja se desplomara. Y la verdad es que yo no me quería prestarme para eso, pero cuando estaba involucrado ya no podía hacer nada, ¿si entiendes?

El muchacho es amigo mío, su mamá es amiga de la familia, y su esposa también es amiga mía. Una pareja bella, los dos jóvenes, buenos mozos y con éxito: con la vida adelante. Pero un día ella y la mamá del muchacho me dijeron que él estaba llegando tarde, que estaba llegando borracho, y que ellas se habían puesto de acuerdo para saber qué pasaba, y que yo debía ayudarlas. Les dije que no quería problemas… que qué tal que el esposo –mi amigo– se enterara. Ellas insistieron: que él andaba en lo suyo, que por favor. Al final, bueno, le hice el dos a mi amiga porque la vi desesperada. 

Un día ella me dijo que fuéramos en el taxi a una dirección; yo pensé que íbamos a recoger al muchacho, pero cuando veo que dice Échate pa’ acá, que no me vea… me doy cuenta que lo estábamos persiguiendo… a escondidas. En ese momento me llama la comadre –la mamá del muchacho– y me pregunta que si estoy con ella y que si ya estamos en el lugar.

—Te pido el favor: ¡cuídamela!

Me dijo la comadre: que ella va a hacer esto y esto y esto. Cuando colgamos vemos que una tipa sale de una tienda con una amiga y camina y va y le da un beso al muchacho. Y ahí yo dije Erda… ¡Pero muchacho! Y esta estaba viendo y ya quería salirse del carro, pero la abracé como pude.

—Mira, no estás en tu barrio… de pronto pasa algo.

Le dije que ella tenía un hijo, que pensara en él. Y se tranquilizó:

—Bueno, está bien.

Pero siguieron pasando cosas. Párale bolas:

Resulta, pasa y acontece que arrancan en el carro, y ella ¡Vamos a seguirlos! Cogemos por la 84 y bajamos a Los Toboganes… ¡Y se han metido en El Maracaná! Y, marica, yo no trataba de seguirlos tan cerca, tratando de perderlos de visto, pero ella no es pendeja y dijo que allá quedaban los moteles. Entonces yo me hice el marica, y cuando ya estábamos en la 38 vi que se metieron en un motel, pero yo me puse a dar vueltas y vueltas, haciéndome el bobo.

—Erda… ¿Dónde se metieron?

Y yo buscando y ella llorando: No, que búscalo, que preguntemos; que si acaso yo sabía lo que estaba haciendo el esposo. Entonces la mamá me llamó: le conté que ellos se habían perdido en el sector de la 38, y cuando le contaba qué pasaba, la muchacha me dijo que le prestara mi teléfono, ¡y ella lo llamó! Al esposo… Y él contestó y se hizo el marica… menos mal no tenía mi número guardado. 

Después de la 38 nos fuimos. Ella no quería coger para su casa, entonces me la llevé para Las Flores, y por allí, en la orilla, la llevé a Puerto Mocho: a unos restaurantes: algo tranquilo. Y ella empezó a llorar… ¡Ag! Y es que uno no debe aprovecharse de las tristezas del otro; yo creo que uno es un puente para organizar o desbaratar. Yo decidí hacer lo primero porque… No joda, cuántas personas serían felices con esta mujer, ¿ya entiendes? En ese momento pensé en la estupidez de los hombres: nosotros sinvergüenciando y jodiendo… no, eso no lleva a nada bueno. 

Recuerdo que cuando pasó lo de la pareja yo estaba con mi esposa –eso hace cuatro o cinco años: ya nos divorciamos: ella me fue infiel… yo también. Ay, ¡es que en el taxi es muy difícil ser fiel! Es difícil… Te voy a decir: yo ahorita estoy soltero y me gustaría llegar a mi casa después de estar todo el día en el taxi y tener a alguien. Es que… yo puedo tener la que quiera, porque siempre hay gente esperándonos, pero yo no lo estoy buscando, yo quiero que parezca solo. 

El caso, al final me gustó ayudar esa relación. Luego el muchacho cambió y hoy en día me los encuentro, los abrazo, los saludo y ninguno sabe lo que yo hice por cada uno… por ambos.