¿Qué pasó aquí?
Con el taxi empecé con unos señores. Me entregaron un carro nuevo; me lo llevaron al frente de la casa. Eso fue como en el 97, más o menos. Ellos eran conocidos de mi ex. Ahí fue cuando comencé a manejar taxi, porque antes yo tenía mi negocio de repuestos en Maicao.
Yo siempre he estado en el comercio, por eso sé cómo es la vida: la psicología barata, como dicen. Uno aprende… Y más si se es taxista, para qué. Yo ahora estoy reposado: el taxismo le enseña a uno a darse pausas, a madurar la vida, a coger juicio, a ser cumplido… también a no tener miedo. Es la verdad: yo no tengo miedo, pero sí respeto.
Bajando por la carrera 38 con 57, me acuerdo… Eso fue a esta hora, más o menos… Recuerdo que una pareja me paró. Iban los dos y una niña blanquita con el cabello crespo: linda… Muy linda. Iban para el Centro Cívico y en esa época la mínima costaba mil trescientos pesos, ¡imagínate tú! Cuando se bajaron… ¿Y la niña? Yo volteaba a mirar y… ¿La niña? Nada. No estaba con ellos. Me quedé buscándola y nada.
Fui a mi casa, me tomé un vaso de agua y le conté a mi esposa. Yo quedé como noqueado.
Eso es lo más raro que me ha pasado… Ese chicharrón… Porque, la verdad, a mí me han pasado muchas cosas, pero, de nuevo, por el comercio es que uno aprende a vivir.