Me quedó gustando
El taxi lo compramos en 2012 y al principio lo trabajaba mi esposo. Yo soy enfermera; trabajé en la Fundación Cardioinfantil, en la Clínica de Occidente, en cancerología, y mi último trabajo fue en el SENA, en bienestar del aprendiz. En esa época yo estaba bastante ocupada y el niño –mi hijo, que ahora tiene dieciocho– era pequeñito y mi esposo estaba cansado de cuidarlo.
Era difícil tener un vínculo familiar: muchas veces tenía navidad o año nuevo en el hospital… Las fiestas, los cumpleaños… Todo eso se iba perdiendo. Entonces pensamos en la posibilidad de que yo aprendiera el tema del trabajo del taxi.
Al final se tomó la decisión de empezar a trabajar ahí. Renuncié a la enfermería.
Al principio fue un poco difícil adaptarme al gremio porque había mucho machismo… Ya no, ya los compañeros respetan. Y, realmente, en cuestión de dinero no es mucha la diferencia; lo que sí cambia es el tiempo: yo puedo disponer de mi tiempo: si quiero salir a trabajar salgo, si otro día no quiero no salgo; si queremos salir a pasear guardamos el carro y nos vamos, o nos con vamos en él. Entonces hay un poquito más de libertad.
Yo manejo el taxi de dos de la mañana hasta las doce del día, y mi esposo de dos de la tarde a siete/ocho de la noche… Él trabaja un poquito menos por la inseguridad de la noche. Y yo… Bueno… yo trabajo en ese horario porque me encanta el amanecer y la soledad de la madrugada… Las vías solas… La gente con la que uno se encuentra.
La verdad a mí me gusta mucho.