Rines rosados
Antes estaba en mi casa, en el rol de mamá, cuidando a mis hijas: una niña de once, una de catorce y uno de veintiocho años. En ese entonces el 70 por ciento de los ingresos de la familia venían de él –de mi ex esposo–, el otro 30 por ciento de mí; yo soy profesional en belleza integral, entonces hacía domicilios a los vecinos: haciendo tintes, manicure, pedicure, maquillaje, corte… Y así. Y, claro, cuando me separé ya solo recibía las cuotas de las niñas, entonces tomé la opción de manejar taxi… Porque mi hermano es taxista.
Yo recuerdo que salía de la casa y veía el carro de mi hermano parqueado, yo yo decía Ay, yo quiero manejar. Un día le hice el comentario y me dijo Hágale, saque papeles y de una. Y así lo hice: actualicé mi pase… Hice todo lo que conlleva tener un servicio público. Y me lancé al ruedo.
Yo madrugaba y, mejor dicho, manejaba en todo lado de Bogotá: para arriba, para abajo. Y ya cuando caía la tarde –cinco, cinco y treinta– ya me iba para la casa, porque tenía temor de la noche. Eso recién empecé, pero ya después, cuando ingresé al aeropuerto, estaba más tranquila.
¿Qué cómo llegué al aeropuerto? Mi hermano me recomendó con una señora que tenía taxis ahí, y ella de una vez me dio el trabajo… A ojo cerrado por cuestión de género: por ser mujer. Y, claro, cuando llegué me sentía como la niña nueva del colegio: que la nueva, que la nueva… Ya después uno empieza a interactuar y ya.
En ese aeropuerto yo me caracterizo por… Mejor dicho: siempre muy femenina: en tacones de lunes a viernes. Me gusta. Ese es mi estilo. Así soy yo. Ah, es que son los de cobrar, me dicen… Por molestar, y yo me río. En el aeropuerto no se puede usar jean, solo los sábados y domingos; por eso siempre uso pantalón y camisas… Pues, como usamos uniforme: el lunes usamos una camisa lila, el martes curuba, el miércoles gris, el jueves púrpura y el viernes azul oscuro, y el sábado una tipo polo blanca.
Desde que empecé he pasado por cuatro carros, el último sí es mío. Hace poco hice la vuelta con mi mamá, porque yo tengo el carro gracias a ella, que ha tenido una excelente vida crediticia. Al principio yo pensé en un carro pequeño, pero al final decidimos que mejor una camioneta… Por comodidad. Y es que yo sabía que con verraquera y esfuerzo lo podía pagar. Y pues ahí vamos. Los rines son rosados; se los puse por ser diferente… Original… Para caracterizarme. Sí, cuando voy en el carro la gente dice Ah, ese es el carro de Johanna, allá va… Porque, eso sí, de lejos se nota.
Y es que el amarillo corta muy lindo con el rosado, ¿no? Yo siento que se ve muy lindo.